¿Qué es la suerte?
Jean Paul Getty (1892-1976) fue un empresario estadounidense, fundador de la compañía Getty Oil. Con el desarrollo de su empresa consiguió ser uno de los primeros en el mundo con una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares.
Un día, uno de sus amigos le dice en confianza:
—¿Qué suerte, eh, Paul? La fortuna te sonríe.
—¿Suerte? —respondió Juan Paul—. Te diré mi fórmula para hacer fortuna: levantarme temprano, trabajar hasta tarde, confiar en mí mismo, y encontrar petróleo.
El irónico consejo del multimillonario petrolero remite a la secreta fascinación que ejerce el azar sobre casi todos nosotros. Sin embargo, en contra de esta creencia muy popularizada, nadie nace con buena o mala suerte. No hay quien llegue a este mundo con una estrella a favor o en contra, ni con un santo de cara o de espaldas. Por decirlo con un lenguaje más científico, no existe un gen que nos predisponga a ser afortunados o desafortunados.
Todos nacemos con el mismo caudal: una página en blanco. Página que cada cual, y sus circunstancias, va escribiendo a lo largo de su vida, como apunta un dicho popular: Cada persona construye su propia suerte. Expresión que en oriente reza así: En lo que piensas, te conviertes. Lo que sientes, lo atraes. Lo que imaginas, lo creas.
Sí, pueden darse golpes de buena suerte porque sí, pero lo normal es que la buena suerte no dependa tanto del azar o la casualidad, como de nuestra propia actitud mental.
Hay personas que no aceptan esta idea, porque prefieren quedarse cómodamente como están y esperar que les llegue un favor del cielo, en lugar de hacer un esfuerzo personal, si desean cambiar su suerte.
El psicólogo y científico social estadounidense David Niven, profesor de la Florida Atlantic University, en su libro Los 100 secretos simples de las personas felices, escribe: Solemos pensar que las personas
felices y las desdichadas ya nacen con esos destinos, pero no es así; tanto unas como otras hacen cosas que producen y refuerzan esos estados de ánimo. Las personas felices se permiten ser felices, las infelices siguen haciendo cosas que aborrecen y que las perjudican, contribuyendo a su infelicidad.
Está comprobado que la gente afortunada tiene una forma de ver el mundo totalmente distinta de lo habitual, porque, en última instancia, hacen depender su suerte de las actitudes que muestran entre el mundo y la vida.
¿Existe la suerte? Sí, pero hay que buscarla.
Autor: Antonio Rojas